Tuesday, November 20, 2007

APRENDER A DESAPRENDER

Uno de mis alumnos de 16 años anda en período de exploración existencialista. Nietzsche, Kierkegaard y Baudelaire son sus héroes en estos momentos. Muchos pasamos por ahí... Afortunadamente los años decantan esas experiencias intelectuales, las mastica y las digiere hasta que cada quién internaliza y reinterpreta versiones (con el tiempo desacralizamos filosofías y saberes). Cuando oigo a este jovencito en su presumido monólogo nihilista, trágico y cínico... sonrío. Me veo reflejada en esa inquietud adolescente, que tuve a su edad, por interpretar la "experiencia" como una pérdida obscura de la inocencia.

Ese despertar es hermoso. En mi caso, fue la primera de las tres mutaciones que he tenido en mi vida... "cambios de piel" como suelo llamarles. Tenía 15.

En fin... el cuento es que hace unas semanas este estudiante descubrió a Freud y anda deslumbrado como todos nos deslumbramos al conocerlo. Anda interpretando las sicosis de todos, sobreutilizando los términos "Eros" y "Tánatos," tratando de encontrar una interpretación Freudiana para cualquier personaje literario. Yo lo he dejado que libremente explore y conozca con su propia percepción todos estos pensamientos (¿existe alguna otra manera de educar?) pero me ví obligada a hacerle una sugerencia cuando se atrevió a decirme que no existía ninguna visión nueva de la psiquis humana después de Freud, agregando con una certeza que sólo se puede tener a los 16 que "todo es una interpretación de lo que él ya definió." Me dijo que no existía ninguna otra motivación en el mundo que la necesidad egocéntrica y narcisista de satisfacer las propias necesidades del ego. Le dije: "Necesitas leer a algunos pensadores orientales para compensar tu visión sesgadamente occidentalizada. Leer también la sabiduría indígena, la africana, la Hindú... todas! No quieres casarte con una corriente. Para crear un criterio propio tienes que comer un poco de todo lo que hay en el buffet."

No veo la hora de que pasen los años y el pueda entender lo que traté de decirle... pero cada quien vive su proceso.

Empecé por ahí, pero mi historia es otra. En realidad no quiero hablar de mi estudiante ni del existencialismo ni de Freud. De esos temas no se habla ya; son puntos de referencia y ya está: para un chiste, para una reflexión... es el equipaje, pero no el viaje. Quiero hablar de lo que siento cuando la gente me dice que no le gusta los Estados Unidos... sin haber vivido aquí o sin haber tenido una experiencia diferente a la de ir a la Florida, Washington o New York.

Vivo en los USA desde hace casi seis años. No estaba en mis planes, pero la vida me emitió señales y aquí dí a parar. Entiendo el sentimiento generalizado en contra de lo que este país representa. Absolutamente lo entiendo. El día que tomé la decisión de quedarme a vivir acá sentí que estaba traicionando mis propios principios... así de viceral es el sentimiento que este país puede generar en la gente. Hoy en día, por supuesto, no siento lo mismo.

Más allá de las connotaciones imperialistas y de capitalismo salvaje que se relacionan con el nombre de este país, hay una noción para el resto del mundo de que aquí no se vive ni se aprende. Amigos que viven en Europa o en otros lugares del mundo asumen que están en un lugar dónde se vive mejor... cómo si la vida dependiera del lugar donde vives. Cuándo hablan de sus experiencias gastronómicas, lo hacen desde una perspectiva provincialista dónde asumen (en la parte posterior de su cerebro) que aquí sólo se come hamburguesas y pizza; asumen que no sé de lo que hablan. Lo mismo sucede cuándo hablan de sus aventuras de viaje, como si conocer Milán, Paris o Creta fuera lo único que cuenta como expriencia de viaje. O cuando hablan de los conciertos de rock a los que fueron, o de las fiestas con los DJs más renombrados, o de los restaurantes donde comieron, los hoteles donde se hospedaron, o de los museos que visitaron, o de la gente que conocieron. En el mundo se vive, y se vive de lo lindo, excepto en los Estados Unidos... Ese parece ser el coro que la gente canta.

Yo los dejo hablar, tal y como dejo hablar a mi estudiante de 16 años. Esa certeza y aire cosmopolita artificial sólo se puede tener en una adolescencia mental que pocos han superado. ¿Qué sabes tú de lo que he comido en mi vida, de los vinos que he tomado, de la gente que he conocido, de los lugares que he visto, de las cosas que he experimentado? Quizás nada, porque para mí, de esas experiencias no se habla: se aprende. Son puntos de referencia para un chiste, una reflexión... son el equipaje, no el viaje. Por eso, cuando alguien tiene la osadía de decirme "Es que no me gustan los Estados Unidos," les pregunto ¿por qué?... y rara vez señores, rara vez, encuentro una respuesta sólida basada en una experiencia.

¡Ojo! No ataco los pensamientos negativos hacia este país; soy la primera en defender la libertad de criterio. Lo que ataco es la opinión que no esté basada en la propia experiencia de la realidad y/o en el análisis propio. Ataco eso: la falta de criterio. Ataco el creer saber porque se sabe de algo.

Al igual que mi estudiante, mucha gente se casó con un credo (con el peligro de que se sienten librepensantes) y son incapaces de vivir el mundo a través de sus propios ojos y su propio corazón. Quizás porque sólo aprenden para decir que saben o porque sólo viven para poder hablar de ello.

Afortunadamente, mi estudiante sólo tiene 16. Tiene tiempo de sobra para entender que aprender es desaprender.

4 comments:

SALVADOR ANDRADE said...

Escribiré algo titulado "Se es artista sólo hasta los 17". Luego de eso ya estaremos viejos y sin fuego en la mirada. Los más grandes espíritus a pesar de haberse llamado Baudelaire, Pound, Salinger, Joyce, Arenas o Rubio, se han caracterizado por conservar esa inocencia que les ha hecho ver el mundo con nuevos ojos cada vez. 17 es lo máximo que una persona debería tener. A pesar de vivir 80 o 72. (Una buena hamburguesa es el pegamento del mundo)

Juan Buridan said...

Desde hace poco vivo en EUA y la verdad es que la experiencia ha sido muy enriquecedora. Puede que se deba al ambiente académico, pero la diversidad se siente con fuerza.
El punto, creo yo, es pensar la cosa desde contextos diferentes. Si hablamos de gente promedio, por ejemplo, en todas partes hay xenófobos, fanáticos, ignorantes, acríticos, etc., incluyendo la gente promedio de nuestro país. Otra cosa es si uno busca en el medio que le interesa, el que se amolda a su visión. A ese respecto la cultura artística, literaria, etc. gringa tiene mucho para aportar. Si uno se queda en el nivel McDonalds...

Afronena said...

Sí, claro... A eso voy... Precisamente ese es mi punto. La gente afuera se quedó en la asociación de este país con McDonalds, porque aprendieron a estereotiparlo... inclusive gente que se mueve en el mundo artístico y académico (por eso el comentario del peligro que representa creerse librepensante y quedarse "ahí"). Muchos dicen no estar siquiera interesados en este país y, al preguntarles la razón, responden "pues, porque no sé..." La verdad no tienen ni idea y simplemente buscan cargarse de razones para sentir que su experiencia en otro lugar es más válida o enriquecedora. Quizás respeten la "experiencia americana" si es vivida en NY o en LA, pero piensan que no existe nada más después de ahí. En todo caso, como lo dije en el escrito, los dejo que hablen porque esa posición -per se- me dice mucho más de sus intelectos que lo que ellos creen.
Mi experiencia, al igual que la tuya, también ha sido sumamente positiva. Hay muchas cosas del medio cultural, intelectual y artísitico americano que respeto y admiro (inclusive del medio y la gente común). La diversidad de discursos es increíble y las posibilidades para potenciar la investigación y el arte, infinitas.
Uno aprende en dónde quiera que se esté... todo depende de lo proactivo que se sea en buscar y crear esos espacios de aprendizaje... ah! Y también en cuál es el concepto que cada quién tiene de "aprender."

Gracias mil x la visita. Bienvenido, Juan!

xavier said...

El wafflehouse a las 3 de la mañana es elegante!!!