Thursday, March 15, 2007

Quántica Asexuada



Estábamos en nuestros tempranos veintes.
Nos regalaron una noche de ensueño en un hotel cinco estrellas.
Nos fuimos bien equipados, por supuesto.
Al llegar a la habitación sacaste tu música de la maleta y un par de parlantitos que le robaste a tu hermano.
La velada prometía ser completa.

Mientras la música se diluía, nos dedicamos a hablar sobre el tiempo.

- ¿No te parece absurdo que un día a un hombre se le haya ocurrido inventarlo?
- No amor. Es pura matemática. No es un invento: fue un descubrimiento. Es la simple división matemática del transcurrir de los días.
- Sí, pero a quién se le ocurrió delimitar la finitud de un día por el simple acto de un cambio de luz a oscuridad. El día y la noche no son líneas divisorias... son un mismo fluir.

Hubo un eterno silencio, habitado [sólo] por un paisaje sonoro...
y nosotros.

De repente, amaneció.
Reaccionamos.
Nos miramos y nos cagamos de la risa.

Se nos había olvidado hacer el amor...

7 comments:

Beatriz Torres Ibarra said...

De lo mejor que he leído. Me encantó, me encató...
Un fuerte abrazo amiga de la infancia

Afronena said...

Beatry!! Un gustazo tenerte por acá. Estoy al tanto de tus andanzas sapzurrianas y barbuchentas...
You sound "elated" and I'm happy for you.
Gracias por tu halago =)
Un abrazo fuerte y apretao'

Elías Urdánigo said...

Uy, que horrible final, hablando del tiempo, se les olvido disfrutarlo.

Besos Carmencita ociosa

Afronena said...

Jay... me temo que lo cogiste por el lado que no era...

Elías Urdánigo said...

bueno, tengo todo ese derecho, digo jeje

Afronena said...

Claro que tienes todo el derecho... ni más faltaba! Besitos.

Silver Editions. Colina Revista. said...

Gracias por el enlace. La finitud de la vida y la noche de ese fluir de tiempo demarcado hace que dejemos muchas cosas incompletas. Que todo vaya bien,